Esta es una palabra inglesa que se puede encontrar en la Real Academia Española así definida: “Grupo de personas que intentan influir en las decisiones del poder ejecutivo o legislativo en favor de determinados intereses”; o como yo diría, cabrones que sobornan a los cabrones que llevan esta empresa Ibérica. Por supuesto, más culpa tiene el que se deja, que el que hace pero claro, ¿quién devuelve una cesta de navidad, joyas que triplican el sueldo medio de un español de a pie? ¿Quién es capaz de rechazar viajes lujosos a lugares exóticos? Solamente por educación, claro.
Lamentablemente no hay ninguna ley que lo regule, apenas hay un código del buen político redactado por el ejecutivo Rodríguez Zapatero, según el cual ningún miembro de su partido debe aceptar regalos provenientes de empresas privadas… Entonces, ¿por qué malgastan dinero en sueldos de miles de inspectores? Bastaría con redactar un código del buen ciudadano con el cual todos pagaríamos nuestra parte correspondiente ¿no? Según lo que sé el país que gobierna Obama tiene prohibido recibir estos regalitos por lo menos no en el despacho oval.
Estas empresas privadas se dedican a este negocio con completa impunidad y gozando de plena legalidad judicial, pero dudo que sea lo ético y profesional como la casta política de este país trata de mostrar en conferencias y discursos varios, tapando no solo la existencia de estas empresas si no un amplio trasfondo de ilegalidades con el simple hecho de ampliar mas y mas los ceros en sus cuentas corrientes.